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jueves, 14 de abril de 2011

Me llevaría.

Si mi mirar fuera más allá de lo posible.
Descubriría tantas cosas, tantas, inverosímiles.
Difíciles de olvidar, difíciles de creerla libres.
Necesito pensar que existen, tantas, bellezas tangibles.
Que puedo abrazarlas, llevarlas y ser libre. ¿Es posible?

Atrapar el aroma del mar, esconderlo en mi bolsillo.
Para aromarme, para cuando meta mi mano, saque anillo
de sales, de estrellas de mar y porque no de pajarillos.
Aguas de manantiales brotando con todo su brillo.

Así, también, llevarme ramillete de jazmines.
Adornar con ellos algunos viejos adoquines.
Para que florezcan y perduren sus matices.
Para que alegren mi pasar, mi mirar y me iluminen.

Como podría olvidarme del bosque.
Llevarme su ruido, el rozar de los Arces,
de los Enebros, de los nidos y sus piares,
del crujir de las hojas caídas de sus pares.

Llenaría mis bolsillos de todo, todo lo natural.
De todo lo bello y humano, del húmedo cristal,
de la lluvia del verano, del rocío, del cañaveral.
De todo lo posible. De aquello que crece en espiral.

Me quedaría un lugar, para mis recuerdos dulces.
Dulces e inmediatos al pasar por mis caudales.
Forjados de hierro, amarrados con fuertes metales.
Para que se queden conmigo. Porque les creo especiales.

Y también tu sonrisa me llevaría al trigal.
Para sonreír con ella cuando mire sin mirar.
Para sentirme a tu lado, sentirme descansar.
También tendida en el rubio colchón, tierno, del maizal.

Y me llevaría el ocaso y lo guardaría en mi alma.
Me guardaría su calor para, con él, sentir calma.
Me lo pondría de manto de amarillos y naranjas.
Me sentiría plena, feliz, confortablemente amada.

Fabius.-

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