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lunes, 30 de mayo de 2011

Soy manzana.





De lo contable escaparon mis recuerdos.
De lo tangible, lo palpable, lo fugaz.
Hubo un tiempo en que fue imperceptible,
que de ellos, perteneciera mi verdad.

Ahora que lo real, irreal se ha vuelto.
Ahora que todo lo que fue, nunca será.
He percibido que era amiga de lo muerto,
de lo que nunca alimenta y muerto está.

Cómo puede el sensible, el experto,
no ver, más allá de aquel umbral.
Cómo puede un corazón pensar recuerdos,
no haber sentido, mirado, algo espectral.

¿Es que la luz de lo banal me ha encandilado?
¿Es que no pude sentir, apenas, su desliz?
Tan ciegos son aquellos que no vieron.
Tan ciega estuve, siempre, aunque viví.

Desgajada en cuantas capas fue posible.
Comprendí que el cuchillo, que pelaba, no era ruin.
Capa a capa emanaba lo especial, lo sensible,
lo que vale, lo que reluce, y no tiene fin.

Lo que cubre, aunque, hermoso y deslumbrante.
Que envolvió mi sencillez y mi sentir.
Se hizo añicos, su finísima, cubierta errante.
Quedando, al fin, la gema sin esculpir.

El sabor que me ha quedado de lo muerto,
es amargo y esta viciado de dolor.
Mas, tuve que probarlo, sin remedio,
para captar lo dulce, lo real, escondido en su sabor.

Fruto del árbol más glorioso de la vida.
Fruto prohibido, más aún, acometido.
Ayer, cubierta de la capa más pulida.
Hoy, manzana sin corteza, ni cumplido.

Fabius.-

viernes, 27 de mayo de 2011

El será.


El mar adentrándose en mi ser.
Así será, cuando encuentre, en mí, la paz.
Así, el invierno que vive, morirá.
Colmado de laureles en el tiempo.
De momentos y crepúsculos.
El será.

El sol ardiente, el interminable.
El calor que propaga sin deber.
El será, uno en mí, contagiándome
mi sed, mi estadio mas austral.
El será.

El viento inminente, el suave, el fuerte.
El que lo lleva todo, hasta el olvido.
Hasta la morada de lo infinito.
Por el camino de flores cultivadas.
Por el delirio.
El será.

En el punto que confluyen las aguas.
Cuando entrelazan sus olas, sus espumas.
Formando una sola, una grande, majestuosa.
Que sucumbe a la tranquilidad, a la armonía.
El será.

Punto cúlmine del amor hecho raíces.
Punto mágico en el bosque de cojines.
Allí, donde sábanas parecen meretrices.
Encuentro desesperado por unirse.
El será.

Cuando el alma se sosiega después de ciega.
Cuado la luz del ruiseñor cesa su espera.
Donde el monte del quisiera, se hace calma.
Donde el nido del pensar, nuevo huevo nazca.
El será.

Más allá, de lo inerte en el deseo.
Mas aún, en lo profundo del consuelo.
En el eclipse del Sol y de la Luna, de lo enfermo.
Allí, estará la armonía, sin complicidades con lo muerto.
El será.


En el punto donde ajusta, el pintor, su lápiz.
En el perfecto estado de la mirada fija.
Ni dubitaciones, ni dudas, ni justicias.
Sólo, donde el amor, la hermosura
encuentran su punto de partida.
El será.


En la maravilla del entender lo inexplicable.
Donde ciegos presurosos se cobijan en lo amable.
En el mismo terciopelo del entender, de saber,
de conocer lo miserable, y parecerme bello
más que una flor, más que un destello.
El será.


Fabius.-

jueves, 26 de mayo de 2011

Tus manos, mi niño, tus manos.


Tus manos: manantial que alberga ilusiones.
¡Con un solo encuentro! y espontáneo abrigo.
Rozan mi piel, cual manto atesorado de lana suave.
Fugaz soplo de calor, dulce y sin prisa, que calma,
alivia, conmueve mi corazón, produce mi avaricia.

Esas manos ¡tan pequeñas!, ¡tan grandes!, ¡tan….
especiales, colosales! que atesoro en mi recuerdo.
Cuando, casi, no las tengo, cuando corro a su reencuentro,
cuando tocan mi deseosa piel, de ellas. Solo en un momento.
Porque es preciso obsequiarles, con lo mismo que poseo.

Manos que sujetarse a la vida quisieron desde su mismo despertar.
Desde el minuto álgido del tiempo que comienza, que es vida.
Que aferradas a un pulgar, al de la madre, al de la vida,
sin conocer la razón, solo apretarlas, solo, mil minutos al día.

Y, aunque dormidas y durmiendo, regalan abrigo a mi algarabía.
Producen calor eterno, máximo consuelo, máxima alegría.
Sin despertar su sueño, sin pretender ser. Sin ser prometidas.
Darse al toque del sustento, del calor, de la madre, de la amiga.

Sintiendo, solo, complicidad, sin necesitar el tiempo, sin ver.
Solo soñar, mi niño, tus manos sueñan soñando al toque
de tus manos con las mías, que ofrecidas a ti, sin verbo,
sin comillas, ni suspenso, ¡se entregan hasta al confín!
Hasta el, mismísimo, invierno.

Tus pequeñas, tus grandes, tus entrañables y expertas, manos.
Que preparan mis sentidos para entender lo adorable.
Para saborear el olvido, de aquello, alguna vez vivido.
Para colmarme de primaveras, de veranos, y aún, ser palomas
en el frío.

Te las entrego las mías, inexpugnables, sin tregua, ni leguas.
Te las ofrezco sin medios, sin mitades, sin cortezas.
Aunque de ello estén llenas. Las mías, actrices colman la escena
para ovacionar tu amor, tu esperanza, tu deleite a su presencia.

Mi mejor momento: tus manos cogidas a mí…. dormidas
Solo al roce, pretendiendo mí cobijo, mi calor, para  ti ¡tan conocido!
Tu mejor momento: mi calor, mi crepúsculo…. en tu oído.
El saberme allí, a tu lado, y tú, soñando dormido.


Cogidos los dos, mis manos encierran las tuyas, cerrándolas en flor.
Para invitarte al mundo, para seleccionar el rumbo……juntos.
Siempre de la mano, cuando aceptas mi cobijo, cuando te extiendes,
cuando sigues a las mías, con el ánimo de ser uno…..a mi lado florecido.


Fabius.-

domingo, 15 de mayo de 2011

Romance del campesino y el Olivo.



En el monte del Olivo, nació un campesino errante,
vagabundo y cavilante, peregrino del olvido.
Bajo estrellas y al Olivo, confesó sus duras fustas,
no, porque fueran injustas, sino, por creerlas duras.

El Olivo robusto y bondadoso tendía raíces frescas
para brindar a su amigo reposo, una copa majestuosa
y un tronco más que acolchado,
para un peregrino dormido, soñar pudiera a su lado.

El errante peregrino henchido de pura fuerza,
cobijábase ante el Olivo, por respetar su entereza.
Olivo que del errante, sólo escuchaba y con fuerza,
lamentos del peregrino, que no llevaba a su mesa.

El Olivo ya era viejo, el peregrino, más joven era.
El uno sentía dolores, del otro sorbía sus penas.
Así que regado estaba por la lluvia y el rocío,
también por el peregrino, que le llenaba sus venas.

Y cuanto más caudalosas, las lágrimas escapadas,
más consumía el Olivo: penas, agobios y rabias.
Cuando en tiempo de cosecha y de olivas brotadas,
su aceite no era aceite, era amargura encerrada.

Así, cuando al consumirlo, en ensaladas y salsas
nadie podía evitar, llorar aceite de olivas.
Y al despejarse los ojos. sus dedos aceitados quedaran,
por lo que, al final, decidieron juntar, lágrimas en tinajas.

Sentado bajo el Olivo, el campesino errante,
sabiamente y cavilante, meditó en lo acontecido.
Lloraba ante el Olivo por no perturbar su nido,
pero su tristeza llegaba. Así, lo quiso el destino.


Fabius.- 

sábado, 14 de mayo de 2011

Mi Tsunami.



En el punto más austral de mi horizonte,
donde habita la carcoma y el rocío.
Un Tsunami se prepara en lo profundo,
impetuoso, expectante y febril.

Contenido por murallas de morales,
de conciencia, cobardía o mi fin.
Arrogante provocando una contienda
entre aquello que es deber, entre aquello que es vivir.

¡Que si llega a emerger de sus confines!
¡Que si logra cobrar fuerza por su afán!
Barrería vida y obra de un plumazo,
de las buenas, de las malas y de mi.

Vacía y desolada mi periferia
por su paso, tras mis murallas rehuir.
 Dejaría, para mi, sólo trabajo
de dibujar,  nuevo horizonte de marfil.

Es por ello mis murallas ¡tan grotescas!
Es por ello que resisten gravedad.
Confundidos precaución con la pereza,
del que ve, sólo, metros en el mar.


Fabius.-

miércoles, 11 de mayo de 2011

Mi mutismo.



Mutismo absorto en interrogantes.
interrogantes absortos en dudas.
El sentir que carece de aspirantes
que saciarle puedan, ¡sin ser Judas!

Al minuto y al impacto con lo muerto.
Lo vivido transcurre sin más pesar,
alternando entre lo vívido e incierto
la bella adolece sin poder llegar.

¡Menudas hojas, las del otoño!
¡Las ves? las que nacen y mueren sin parar.
Pero ellas tienen el don de ser retoño,
las mías....aquellas....no saben brotar.

En el punto de partida de lo antiguo,
donde el número de estrellas se acumula.
Allí, sen encuentra, mi mutismo ambiguo,
unas veces calmo.....otras veces gula.

Y trepando por las cumbres que rocosas.
Y escalando sin cordel ni ligadura.
Va cantando mi mutismo en montañosas,
esperando ver la cima.........la cordura.


Fabius.-

lunes, 9 de mayo de 2011

Al suspirar.



Desinflando como globo de helio mis temores,
al compás de las ráfagas del viento turbulento.
Así me quedo........con el frío suculento,
que brotando de mis labios, se ha hecho mi sustento.

Escapándose de mi, sin mi protesta,
escapadas van las crueles pesadillas.
Escondidas, sigilosas y a hurtadillas,
sin mostrarse, si quiera, y sin cuchilla.

Trompetazos en el mundo inaudible
son los ecos, son los gritos, ¡son misiles!
Que cargados de cañones y fusiles,
dan su entrada, transformándose en flautines,

En el baile de la ronda, del adentro y del afuera,
entran y salen, mis suspiros sin cautela,
cual borrachos de la noche y a capela
al hostal de medianoche sin reserva.

Perseguidos por la furia del descanso.
Asechados y cohibidos, por si, llanto.
Correteando por los huecos, entre tanto.
Van buscando trovadores a su canto.

Bocanando bucaneros en mareas de mil diablos.
Cuesta arriba, valerosos y con garbo,
remeros de gran porte y sin estorbo,
van suspiros en mareas suspirando.


Fabius.-

sábado, 7 de mayo de 2011

Al cantar las palabras...



Al cantar las palabras,                                                
al cantarlas.
Nace intento de expresión
incontrolada.

Al cantar mil historias
olvidadas.
Doy recuerdo al olvido
y esperanza.

Porque canto de palabras
que sin voz son escuchadas
cubren cuerpos derrotados
y señales de batallas.

Al cantar las palabras,
al cantarlas.
Siempre inundas
corazones a distancia.

      ______

Al cantar las palabras,
al cantarlas.
Formas ¡mil! ilusiones
y esperanzas.

Al cantar mil historias
olvidadas.
Creas brotes de inocencias
en sus almas.

Porque canto de palabras
que sin voz son escuchadas
dan amor sin miramientos
sin hurgar en las miradas.

Al cantar las palabras,
al cantarlas.
Siempre nacen un sin fin
de más mañanas.


Fabius.-

viernes, 6 de mayo de 2011

Lloviendo estaba la noche.



Lloviendo estaba la noche porque llovía.
Bañando con clara agua, armoniosas balconadas
plenas de geranios, malvones y colmadas
de agua regalada, copiosa, para regarlas.

Lloviendo estaba la noche porque lloviendo.
Pondría nota y música a los eternos,
a los enamorados, refugio, encuentro.
Deleites de medianoche bajo su estruendo.

Lloviendo estaba la noche porque llovizna.
Amainando su caída, para regar sin prisa
las flores de los balcones. ¡De agua están servidas!
Agradecidas y ufanas, ¡última gota! admitían.

Lloviendo estaba la noche porque lluviosa.
Para poner, otra vez, en marcha aquellas cosas.
Las que, bajo el cántico de su sonido
se pueden crear, ¡tantas historias gloriosas!

Lloviendo estaba la noche porque lloraba.
Al ver ventanas cerradas, habitaciones en calma.
Al ver, noche oscura sin luces.
Sin, ser, que sus aguas bañara.

Lloviendo estaba la noche porque soñaba.
Con acompañar el sueño, en una noche estrellada
de alguna piel que en silencio,
por ella, fuera acunada.

Lloviendo estaba la noche porque llovía,
porque lloraba, porque soñaba,
porque reía, al ver, al día que sigue
recordarla y ansíe esperarla.

Fabius.- 

Si pudiera.



Al despegar del suelo y verte desde mi cima,                            
pudiera cobijarte, pudiera llenarte de rima,
pudiera darte lo que no debo, lo que no grita,
pudiera darte mis saberes........y mi alegría.

Si pudiera, enlazaría las estrellas... las que brillan.
Te las enviaría sobre corriente de soplo, si callan.
No sabrías de su caricia, no sabrías de mi.
Sabrías del calor de mi aliento sobre ti.

Al alejarme de tu andar cotidiano, de tu rutina.
Regalarte mis ojos, quisiera, y con su retina
verías el cosmos, majestuoso, ante tus ojos.
Serías más que feliz. Y yo, tu llanto copioso.

Al elevarme, si pudiera, al volar, hacerte feliz.
Aunque mi ausencia fuese un presente desliz.
Aunque mi existencia no existiera sin ti.
Si pudiera, daría mi todo, sólo por verte reír.

Y llenarte de colores vistosos los recuerdos.
Si pudiera hacerme con ellos....con tus recuerdos.
Hilaría cada uno, con colores, en agujas
para reparar tus heridas y agujeros de tus dudas.

Movería con un dedo, montañas a empujones,
para apartarlas de tu camino. Y mis perdones
te los daría encantada. Para conseguir la salvia
que calmaran ¡mil montañas! empujadas.

Y pretender ser un atisbo de tu suerte
y ,sólo, un palpito de tu inconsciente.
Pretendiendo, constante y fervientemente,
sientas la paz, el amor.....hasta la muerte.


Fabius.-

jueves, 5 de mayo de 2011

¡Que veladas tan hermosas!, que baladas.



¡Que veladas tan hermosas!, que baladas.                                             
Siempre rociadas de encanto… Enamoradas.
Del amor, del latir, del sosiego.
Que en el caprichoso mundo del ciego,
sentidos perfectos, se abren a oír.

¡Que veladas tan hermosas!, que baladas.
Empapadas de notas gentiles y acabadas.
Para deleite de tus oídos, tus complejos,
para hacerte danzar frente al espejo.
Viaje abstracto, preparando tú partir.

¡Que veladas tan hermosas!, que baladas.
Dulzores armoniosos, transformándose en hadas
que te llevan de la mano. Allí…. lejos.
Donde no cabe más, que su cortejo,
donde un alma extasiada, esquiva  rehuir.

¡Que veladas tan hermosas!, que baladas.


Fabius.-

miércoles, 4 de mayo de 2011

¡Oh. soñado mío!




¡Oh, soñado mío!, oh! imposible.
Oh! lejano más de lo visible.
Me provocas ansiedades de tenerte.
Me insinúas te busque tercamente.

¡Oh, soñado mío!, oh! tan esquivo.
¿Por qué me huyes? ¿Es que no vivo?
¡Oh, soñado mío!, soñante de mis soñares.
¿Es que temes mi sentir y mis pensares?

¡Oh, soñado mío! Ferviente soñadora,
¡soy la que te escribe! ¡la que te implora!
¡Oh, soñado mío! la que se impresiona
al verte aparecer, fugaz, cual mi corona.

¡Oh, soñado mío! Soñante hasta el fin.
No me hartaré de soñarte y de seguirte al confín.
Porque, ¡oh, soñado mío! te buscaré
zigzagueante, entre  crecidas ,yo, te encontraré.

¡Oh, soñado mío! te me resbalas de los dedos
como aceite, como agua, como anacardos.
¡Quédate conmigo! Soñado de mí sueño.
Deja que te pretenda, déjame ser tu dueño.

Soñado mío. Soñado. ¿Me escuchas?
¿Me sientes? ¿Sientes mis duras luchas?
¡Oh, soñado mío! ¿No tiembla tu oído al oírme?
Pues mi grito es belicoso. Mas, consigues hundirme.

¡Oh, soñado mío! ¡Oh, soñado mío!
Este mi último recurso, mío.
Para conseguir tu amparo, tu regalo.
Mi último hilo de voz, mi último y muy calado.

¡Oh, soñado mío! dejaré de soñarte esta vez.
Reprimiré mi sentirte, mi desearte, esta vez.
¡Oh, soñado mío! fundido mi desatino.
Contigo, ¡oh, soñado mío! desatino.


Fabius.-

domingo, 1 de mayo de 2011

Puedo.



Me gusta pensar que puedo.
Puedo tenerte en mis brazos.
Aletargada, al rozarte, me quedo.
Deseando volver a sentir tus abrazos.

Tus abrazos alegran mi alma.
Mi alma suspira embriagada.
Tus abrazos le aportan la calma.
¡Ya no se siente olvidada!

Un olvido testarudo y constante.
Que difícilmente desaparecía.
Has conseguido, tú, mi amante.
Borrarle al ver que volvía.

Y agradecido mi sufrido corazón.
Cual flor carente de calor.
Tú has llegado a la sazón.
Para sacar de él, todo su olor.

Mas, cuando al tiempo no te veo.
Mas, cuando no puedo tocarte.
Sentirte, olerte, mirarte, creo.
Plano perfecto, obra de arte.

Todo mi mundo en conseguirte.
Simple deseo ser tu caricia.
Cegada sigo, sólo seguirte.
Sigo tu amor con avaricia.

Besos deseo, amor profundo.
Una mirada, lágrima fría.
¡Puedes hacerlo! Sabio y facundo.
Tomarme toda. Llamarme mía.

Y tuya seré, mas, no olvidaré.
Tu arduo trabajo con mi dolor.
Mas, prometeré y juraré.
Deslumbrarte, siempre, con mi color.

Mas, valdrá la pena tanto trabajo.
Con un alma pobre, pobre de tanto.
Alma cansada, cual estropajo.
Sólo vencida ante tu encanto.

Noches azules de Luna Llena.
Noches amargas, sola en tinieblas.
Tú, cual la miel, en la colmena.
Colmas mi ser, te siento, tiemblas.

Amor recíproco conseguido.
Después de un largo y duro camino.
Empiezo a creer! Dolor extinguido.
Tú lo has logrado! Trabajo fino.

Por eso puedo, puedo creerlo.
Puedo creer en ser amada.
Puedo sentir, que puedo tenerlo.
Ahora de amor, me siento colmada.

Fabius.-