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jueves, 28 de abril de 2011

El consuelo.



A mi entender el consuelo.
Tiene un fino proceder.
Cosas deja en el haber.
Replegando el desconsuelo.

Mientras nada se hace un hecho.
El consuelo, útil y cruel.
Corta el dolor cual cincel.
Evitando dolor de pecho.

Y aunque, al final, se evapora
el consuelo como espuma.
Liviano como una pluma.
Deja su huella indolora.

Mientras llega lo deseado.
El consuelo ama al que evita.
Del que no quiere sufrir, del que grita.
Del triste, del desgraciado.

Y el consuelo se consuela.
Por quedarse abandonado.
¡Sólo... consuelo, consolado!
Deja a su dueño feliz y vuela.


Fabius.- 


miércoles, 27 de abril de 2011

Amanece, amaneciendo.



Amanece amaneciendo
cada día.
Amanece a la espera del Sol.
No cierres tus ojos,
deja entrar en ellos
su luz radiante.
Amanece amaneciendo
cada día.


Amanece en el gris
de los cielos y encuentra
en el amanecer que se
ve allí, si miras más
allá de lo visible, más
allá de tus nubes, lo posible,
el amanecer descubierto
por tus ojos amanecidos.


Amanece amaneciendo
cada día.
Sintiéndote crecido,
bañándote de lluvia.
De rocío de rayos amarillos.
Y sin perder un minuto,
deja secar tus cabellos
al compás del viento
de la mañana.
Amanece amaneciendo
cada día.


Amanece con un día nuevo,
uno distinto. Porque es gentil.
Porque el amanecer te regala,
cada día, la oportunidad,
la ventura, la hermosa escena
del cielo transformándose de
naranjas a celestes sin que 
de ti dependa.
Sin que pretenda ser siempre.
Amanece con él.
¡Despierta para verle!


Amanece amaneciendo
cada día.
Deja volar tus ojos a su
lejanía y cercanía.
Deja que ellos se bañen
de su color y su estampa
¡tan divina!
Para que perdure en ti.
En todo tu día.
Aunque amanezca en un segundo.
¡Que amanezca en ti de por vida!


Amanecer amaneciendo.
Amanecer con el amanecer
  que esta muriendo cuando
el Sol lo baña todo sin
dejarle cabida. Regálale
tú, tu recuerdo, su imagen
en tus ojos, en tu alma,
del amanecer que amanecido,
en tu ser, no esta feneciendo.


Amanece amaneciendo
cada día.
Juega con él, invítale
a devaneos.
Mándale un mensaje
de amor y ¡gracias!
por el contento que te
brinda. Al amanecer
un día nuevo.
¡Amanece por favor!
Amanece un día nuevo.


Amaneciendo con lágrimas
cayendo de los cristales y,
aunque cantaleta de truenos,
el amanecer amanece,
irrumpiendo sin cautela,
sin remedio, amaneciendo.
Amanece con él, en el
silencio y toma de él
su fuerza para atravesar
el gris furioso del cielo.
Amanece amaneciendo
un día nuevo.

Fabius.-   

lunes, 25 de abril de 2011

Danza de palomas.



Revolotean las palomas.
Danzan con el viento.
Dibujan el firmamento.
Vestidas con traje de plumas.

Forman en el cielo,
círculo encantado musical.
Armonía, lento vuelo celestial.
Juntas se desplazan con anhelo.

Parecen suspendidas.
Subidas en una nube.
¡Deseos de volar! con ellas, tuve.
No puedo. Soy un perdonavidas.

En bandada van las miles.
Juntas y equilibradas, van.
Punta de flecha dibujan.
Su guía, tendón de Aquiles.

Mas, huyen del frío invierno.
Se cobijan en el calor.
Persiguen rayo de Sol.
Con ellas, vuela el dolor.

Fabius.- 

domingo, 24 de abril de 2011

Al bosque.



¡Ay bosque!
Arrabal de, hoy, nubes oscuras.
Matriz de torneados troncos.
Huesa de semillas.
Gracias a tu tino.
¡Que matices del mañana!
¡Que deidades del futuro!

¡Hay bosque!
Que pintado por el intimismo.
Que forjado por tu puño belicoso.
¡Enorgúllete de ser tu mismo!
Me encomiendo a ti.
Intocable, me recibes cauteloso.

¡Hay bosque!
Intratable y con intrepidez me hundo,
en ti, bosque profundo.
Intrincado de ramajes, hojas,
flores y pequeños parajes.
En escenas de ilusiones,
de sueños encantados y oraciones.

¡Hay bosque!
Como arlequín te distraigo de tu afán.
De tu labranza. Presto, gravoso.
¡Déjame! ¡Mira mi magia!
Déjame formarte estrados,
en tu arrabal, en tu colage.
¡Que no pretendo viciar, ni corromper!
Ni hacer de ti un escarpado.

¡Hay bosque!
Solo colmarte quiero
y, en la medida que pueda,
tu altar adornar de arte.
Y aunque de arte estas servido.
¡No sólo puedo contemplar!
Pues, me encuentro a la deriva.
Por no decir, deprimido.

¡Hay bosque!
Conocidas, sabidas por mi
tus mañas. Eternales
tus entrañas. Generosa
ermitaña, sin escarcina.
¡Te ruego, te suplico, te imploro!
Regálame tu guarida.
Ansiada ¡tanto! por mi.


Fabius.-

sábado, 23 de abril de 2011

Déjame Volar.



Si, tú, quisieras verme volar.
Podrías lanzarme al cielo.
Cual si fuera un pañuelo.
Tú, podrías hacerme flotar.

Y, ya, en el cielo y flotando.
Podrías ver hacia arriba.
Por ti, mi alma afligida.
Por ti, verme rezando.

Y tú debajo y yo arriba.
Meceremos nuestro anhelo.
Con encanto, gracia y celo.
Plasmo mi amor cual escriba.

Y tú en la hierba extendido.
Miras mi vuelo encantado.
Tu sentir llora colmado.
Tu querer, fuego encendido.

Y si, tú, quisieras verme bajar.
Podrías desearme tendida.
Cercana a ti y suspendida.
Vuelo libre, me niego a dejar.

Y ya cercana y flotando.
Cual llama en la hoguera.
Sentirás calor. Será quimera.
Mi ser seguirá volando.

Y una vez en el cielo.
Y una vez en la brisa.
Olvido mi vida cobriza.
Ahora feliz. ¡Ahora! Mi cielo.

Fabius.-

viernes, 22 de abril de 2011

Letra para Tristesse de Chopin




A ti, que eres luz, me doy a ti.
Te siento en mi. Nostalgia sin medir.
Así veré, tiempo de fragancia y
añoranzas, que...
 Tenderán a morir.

A ti que eres miel, me doy a ti.
A ti, te encuentro en cada palpitar.
Por ti sabré, el sabor que tiene el
besar tus dulces labios y alejarme.
¡Por morir! y ¡Por morir!
De tanto amor, sintiendo temor.
Clama el corazón.
Y ardo de amor y ardo de amor.

A ti que eres mar, a ti me voy.
en ti me hundo, en todo tu esplendor.
En mi tu sal, que recojo y formo
cristalitos, que.....
pongan dulce tu mar.

Allí, en tu mar, me siento fiel.
En tus abismos,  quiero renacer.
En el perdón. Mundo de ilusiones
que apartados corazones
se rebuscan y reencuentran ¡Ya por fin!
Y ya por fin, su mundo de paz,
de felicidad.
Vuelven a amar, vuelven a amar.

Fabius.-


jueves, 21 de abril de 2011

A mi hijo.

Parpadeo. No quiero tenerte.
Tu sonrisa no puedo perderme.
Parpadeante mi corazón al tenerte.
Descansa, mi vida, y duerme.

Inúndate de sueños, báñate en ellos.
Mueve tus brazos al compás de esos recuerdos.
Alegres memorias diurnas. ¡Son ellos!
Tus recuerdos, mi vida, tus recuerdos.

Colorea tus sueños. A tus soles y a tus barcos.
Navega en ellos, en aguas de turquesas y rosados.
¡No estás sólo! Mamá te rodea con sus brazos.
Y el Sol, si tu lo miras, radiante guiará tus nados.

Transfórmate en pirata con espada hecha de globo.
Aférrate a mi mástil. Yo, en él, seré tu resguardo.
Manteniendo a flote tu ilusión y tu bote fabricado
de trozos de papel de colores. Colage que en mi puerto aguardo.

Y guíate por dos luces brillantes, que verás, allí a lo lejos.
Ellas guiarán tu camino, ellas, serán tu salvavidas.
Que también atraerán a las olas. Ellas son mis ojos,
 mi querido corazón, ellos velarán por tu vida.

Y cuando llegues a destino y se hayan apagado mis ojos.
Te habrás fabricado otro barco, mas siempre,
verás tras ellos. Mis luces, tus luces, tus ojos.

Fabius.-

miércoles, 20 de abril de 2011

Poema II



Picadora de piedras. Lacaya de amos.
Bufón de barrio. Oreja de extraños.
Ataúd de secretos. Musa de engaños.
Imagen de alegría.Clon de ermitaños.


Luna que atrae. Estrella de deseos.
Sol que ilumina. Sacerdotisa de credos.
Campo de flores. Perra de ciegos.
Oradora de ideas. Penitente de anhelos.


Caballete de mesa. Tumbona de muertos.
Jinete sin causa. Marco de espejos.
Música apacible. Cúmulos en los cielos.
Torre de vigía. Noche de danzas y velos.

Fabius.-

Poema I



Camino sinuoso se me hecho la vida.
Al encuentro de mi fin, de mi misión.
Camino caminado, no hay cabida.
Me encuentro, recurrente, persiguiendo una ilusión.

Opresiones constantes cada día.
¡Son tantos años de espera sin sabor!
Aún me queda mi inexistente cobardía.
Para buscarte, para alejarme del dolor.

Mis lágrimas derramadas y cohibidas.
Lastimosas, cautas de causar cualquier temor.
Se mantienen escondidas de por vida.
A la espera, a la antesala de una flor.

Una flor que me sonsaque una sonrisa.
Una rosa, mariposa o picaflor.
Solo espero que la vida se de prisa.
Porque a mis días no les queda, ya, color.

Son los años que he pasado a expectativas.
Son las vidas anteriores o las no.
Son las añoranzas de ver aquellas vidas.
¡Que felices!, ¡Que radiantes!, ¡Que ilusión!

Y a dónde voy, yo, con tanta poesía.
Y a dónde voy abriendo mi corazón.
No sé, ni me interesa todavía.
Sólo sé que debo hacerlo con pasión.

¿Y por qué me ciego a verte?
¿Y por qué, no encuentro la razón?
Porque no quiero irme sin verte.
Sed de saciedad tengo en mi corazón.


Fabius

sábado, 16 de abril de 2011

¡Ay noche!




¡Ay noche! compañera y amiga.
¡Ay noche! veladora de mi fatiga.
Tú, noche, a ti te escribo entristecida.
Como diario, tú me sabes,
me ves, me sientes, me adivinas.

¡Ay noche! que aunque noche, luz del día.
¡Ay! oscura, serena, silenciosa y precavida.
A ti, noche, te deseo mi deseo.
Me desvelo y desvanezco.
Te convierto, a ti, en mi día.

¡Ay noche! que me calmas el desvelo.
Tú, amante de verdaderos sentimientos.
¡Ay noche! que mi amiga del silencio.
Me contagias de sonidos armoniosos.
Y de ecos.

¡Ay noche, cómo agradecerte puedo!
A ti, noche, que rescatas mis recuerdos.
¡Ay noche! que en tu sombra yo me muevo.
Como gato en lo cercano, lo familiar,
lo pasajero.

A ti, noche, que me esperas, yo te espero.
Que buscas mi presencia repetida de cortejo.
En ti, noche, busco, creo, a un justiciero.
Que me plazca, de algo más, que olvido.
Que memorias en el tiempo.

¡Ay noche! Te sé rival del sueño.
Noche sin voluntad. Noche sin temperamento.
Yo, noche, acudo a tu cita sin remedio.
Porque feliz me haces.
Porque gozo a tu reencuentro.


Fabius.-


viernes, 15 de abril de 2011

Si alguien me preguntase.....



Si alguien me preguntase.
¿En quién quisieras reencarnarte?
Yo le diría en filósofo.

El filósofo vive en soledad.
Yo la he vivido ¡tantas veces!
El filósofo vive en la pobreza.
La riqueza está en mis saberes.


Si alguien me preguntase.
¿En quién quisieras reencarnarte?
Yo le diría en filósofo.

Y carecerías de ropajes.
De alhajas y de metales.
Qué me dan, todas, estas cosas.
Sólo son cosas. Sólo fugaces.

Y carecerías de moradas.
De asientos, de porcelanas.
Mi morada sería tu mente.
Mis asientos tus debates.


Si alguien me preguntase.
¿En quién quisieras reencarnarte?
Yo le diría en filósofo

Carecerías de amigos.
Pretenderían tu duda.
Mis amigos mis discípulos.
Mi duda, iluminará la tuya.

Si alguien me preguntase.
¿En quién quisieras reencarnarte?
Yo le diría en filósofo.

Fabius.-

jueves, 14 de abril de 2011

Me llevaría.

Si mi mirar fuera más allá de lo posible.
Descubriría tantas cosas, tantas, inverosímiles.
Difíciles de olvidar, difíciles de creerla libres.
Necesito pensar que existen, tantas, bellezas tangibles.
Que puedo abrazarlas, llevarlas y ser libre. ¿Es posible?

Atrapar el aroma del mar, esconderlo en mi bolsillo.
Para aromarme, para cuando meta mi mano, saque anillo
de sales, de estrellas de mar y porque no de pajarillos.
Aguas de manantiales brotando con todo su brillo.

Así, también, llevarme ramillete de jazmines.
Adornar con ellos algunos viejos adoquines.
Para que florezcan y perduren sus matices.
Para que alegren mi pasar, mi mirar y me iluminen.

Como podría olvidarme del bosque.
Llevarme su ruido, el rozar de los Arces,
de los Enebros, de los nidos y sus piares,
del crujir de las hojas caídas de sus pares.

Llenaría mis bolsillos de todo, todo lo natural.
De todo lo bello y humano, del húmedo cristal,
de la lluvia del verano, del rocío, del cañaveral.
De todo lo posible. De aquello que crece en espiral.

Me quedaría un lugar, para mis recuerdos dulces.
Dulces e inmediatos al pasar por mis caudales.
Forjados de hierro, amarrados con fuertes metales.
Para que se queden conmigo. Porque les creo especiales.

Y también tu sonrisa me llevaría al trigal.
Para sonreír con ella cuando mire sin mirar.
Para sentirme a tu lado, sentirme descansar.
También tendida en el rubio colchón, tierno, del maizal.

Y me llevaría el ocaso y lo guardaría en mi alma.
Me guardaría su calor para, con él, sentir calma.
Me lo pondría de manto de amarillos y naranjas.
Me sentiría plena, feliz, confortablemente amada.

Fabius.-

Mi silencio, mi amigo.


Al inigualable deseo del ser sabido y escuchado.
Al impenetrable mundo de los sentidos olvidados.
He deseado tantas veces permanecer. Ser parte de él.
A ese mundo del escuchar con atención. Tanto, en él, he pensado.

Y pensando, pensando, quise atraparlo, tantas veces.
Atolondrada, ingenua, admiradora de los peces,
de seres deseosos de consejo y de relato,
de experiencias inocentes, se escapan de mis manos, de mis redes.

A mis soledades presentes y persistentes grises.
Que me han acompañado en mi origen y que me siguen.
A todas partes donde voy, los miles, me revelan algo.
Algo que aprendí, debe ser intangible, algo obligado, nada tristes.

Y gritar, gritar a través de, este, mi nuevo origen.
El origen del sentido, del palpitar de mis latidos.
Del trepidar de mis dedos de cuchillos, que hieren,
que matan, que cautivan y, se creen, algo altivos y aborigen.

A mis gritos, que si alguien los oyese reales.
Serian a veces, sólo a veces, si alguien los oyese.
Por si nadie me escuchase, este mi poema.
Del silencio, del mutismo, que ronda en mi colmena, tantas veces.

Porque palabras sobran, solo faltan los oídos.
Porque quien escuche alcanza. Sólo deseos fríos.
Con atención y poniendo sus sentidos en mi sentir.
Estos silencios, este mutismo hermético de mi vivir, hoy campesinos.

Así, de ser posible, siguiendo las líneas de lo escrito.
Voy contando mil historias del silencio y también del equilibrio.
Que consigo con mis letras, con mis palabras ásperas y espesas.
Así, consigo un poco de paz, felicidad y compañía, espera y grito.

Fabius.-

miércoles, 13 de abril de 2011

Mi bonsái de Pyracanta.


Hoy la traje de su invernadero.
Hoy la saque de su morada.
Para brindarle otro asidero.
Otro lugar, en mi balconada.

Al lado de los laureles, y de los limoneros.
Ella, allí, sola bajo el cobijo del Sol, ella me esperaba.
Sólo me fije en su tronco, en él, coloqué mis dedos.
Acariciando su textura, sus líneas. ¡Escultura abandonada!

El entendido me digo se llamaba Pyracanta

Su tronco, denotaba, cierta edad, ciertas experiencias, que lucía orgullosa.
Pero su tamaño era medio, de flores y hojas, plena, grandiosa copa formaba.
Tronco retorcido, tronco vivo y fecundo lleno de flores y hojas, se exhibía fulgorosa.
En maceta sucia y negra, movió sus hojas al verme, feliz de que la llevara.

¡Y me dijo que era ella, la única que quedaba!

Que la había puesto allí, por si alguien la deseaba, por si alguien bondadoso
cuidar de ella, regarle y podarle, deseaba, reí. Te vienes conmigo a mi casa.
Formarás mi pequeño jardín, serás parte del entorno, mis cuidados laboriosos,
harán de ti algo asombroso, algo inigualable que alegrará mi alma y romperá mi coraza.

Hoy la traje de su invernadero.
Hoy la saque de su morada.
Para brindarle otro asidero.
A cambio, sólo, de nada.

Fabius.-

lunes, 11 de abril de 2011

De cuando en cuando.

De cuando en cuando.
Te siento en mis sentidos.
Pálpitos de ausencia.
Y frío.

De cuando en cuando.
Siento tu sentir.
Adormecido.
Quieto y sin brillo.

De cuando en cuando.
Alma acallada por destino.
Estas conmigo.
En mi sentido.

De cuando en cuando.
A veces, sólo, a veces.
Siento tocarte, suave.
Casi imperceptible.

Sientes o siento.
No sé. De eso carezco.
Sólo sé que te recuerdo.
No estas tan lejos.

De cuando en cuando.
Te muestras.
Así, por momentos, apareces.
Junto a mis cabellos como viento.

De cuando en cuando.
Bajo el crisol, bajo la lluvia.
Te espero en la penumbra.
En el húmedo rocío y la bruma.

Sólo, de cuando en cuando.
De cuando en cuando.
Te espero a veces.

Fabius.-

jueves, 7 de abril de 2011

A mis naranjos.



Aromáticos, anaranjados. Mis naranjos son.
Especiales y dotados de un gran color.

Mis naranjos son, de especial olor.
que despiertan en mi.
Sentir.

Mis naranjos son, como el puro Sol,
Que desprenden tanto.
Sin pedir.

Mis naranjos. Sus azares, son así.
Regalar aromas agradables.
Complacientes al amor.

A mis naranjos voy, sintiéndoles así.
Sin pensar en ir.
Me invitan a vivir.

Mis naranjos son, como el puro Sol.
Que regalan así.
Sin exigir.

Y aunque cielo gris.
Huelen sin sufrir.
Mis naranjos nobles.
Sin morir.

Brindando aromas de matices de color.
Mirando sus flores, me estremezco con su olor.
Así, ellos son, como el tiempo del fulgor,
Natural regalo del candor.
Ponen fin al sin sabor.

Fabius.

miércoles, 6 de abril de 2011

A los niños.


Verlos jugar. Verlos perderse en su mundo.
Verlos disfrutar del mundo.
De lo que les rodea
De los que les espera.

Verlos compartir sin compartir.
Verlos adueñarse del vivir.
Verles y sentirles fulgorosos.
Extasiados, apasionados, animosos.

Verlos tocarlo y palparlo todo.
Verlos jugar en el lodo.
Sin preocuparse de nada.
Verles que nada les gana.

Sentirles felices por nada.
Felicidad regalada.
Regalo a quien les mira.
A quien les quiere y les ama.

Verles crecer en ausencias.
De pesares y problemas.
Verles expresarse sin sistemas.
Y ,aún, darse a entender sin problemas.

Despreocupados y nobles.
Inocentes de dolores.
Pretendientes de sus juegos.
Viéndolos juego con ellos.


Fabius.

Mi imperativo.

Mi imperativo la alegría, y el reír a la vista.
El complacer mi desconsuelo, mi llanto.
Un llanto ausente al descubierto y como brisa,
que humedece mis visiones ¡Que tanto!


El silencio de mis palabras que aunque, muchas.
Se esconden cual charada. De alguien que cree
en cielos, estrellas, nubes, en oxigeno. ¡Casi nada!
En emociones, valores, amores y  en ilusiones y baladas.


Mi imperativo la tranquilidad esquiva, ausente,
impenetrable. Incoherente con lo rodeante, con lo envolvente,
lo ,inmensurablemente, imposible del mundo de hoy. El presente.
Así, la encuentro en las plantas, en las flores e, intento, en mi simiente.


Esa paz tan danzarina, tan alocada, aunque antónimo de sí misma.
Quiero verla en todas las partes posibles. Y en mi vista enmohecida.
Y aunque me cueste verla, me conformo con sentirla. Verla llegar sin tocar
mi puerta, llegar, quedarse, establecerse, elegirme ¡a mi! su amiga.


Mi imperativo la gloria, el alcanzar lo más alto de la felicidad. Toda.
La felicidad, mi camino, su transcurso sin mapa ni destino.
Encontrarla en cada momento, en cada minuto y en el silencio.
En cada palabra o gesto, en cada plato y sustento, en mi morada y mi momento.


Y que me toque el tocarla, y que me sea posible, y que parezca imposible,
se aleje de mi con desaire. Y que me acuñe en su mundo, y que su mundo me inunde.
Y que me preste su gracia y que sea grácil al verme. Y que me de su esperanza
y mi esperanza penetre, para dotarla de enmiendas, con carácter permanente.

 
Mi imperativo, la vida, el vivirla dulcemente. Con dulzura la maleza,
que cubre mi vida, quitarla de cuajo quisiera, aunque fuese muy espesa.
Dulce espíritu, aunque presente, aprisionado por malas hiervas,
busque la luz, busque el momento, para sacar su belleza.

Fabius.-

sábado, 2 de abril de 2011

A mi destino.



Entre tanto a la espera, por ti, mi llanto.
Y entre tanto, esperando por ti, mi sonrisa.
A la vida le dibujo un bosquejo con encanto.
Que al regalarme desprenda, de ti, una caricia.

Entre tanto, me imagino, esperando el momento.
El apropiado, el exacto, el improvisado.
Ese que alguna vez he amado y mimado.
En  mis sueños, en mi tiempo aletargado.

Y entre tanto que esperando ese reencuentro.
Y ese tanto que me queda de esperarlo.
Me he pasado los años esperando tu regreso.
Tu existencia, tu experiencia, esperando, no me hayas olvidado.

Así me he pasado los años, esperando, esperando y esperando.
Tu regreso, tu obertura, tu actuación de actor en paro.
Ese que lo da todo, todo lo da, a cambio de un milagro.
Así te he esperado siempre, destino especial, creo me ha tocado.

Solo en este instante que me queda de esperarte, de palparte,
de prepararme a tu encuentro, a tu especial enseñanza y a tu arte.
He de esperarte siempre, siempre...........
Si es que aun, destino,  no me has visitado.
 



Fabius.-