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miércoles, 26 de octubre de 2011

Soneto de la mosca.



Atrapada entre el cemento,
no te das tregua, ¡amas tu vida!
Crispada por la impotencia del momento.
Perturbada entre tu afán y tu caída.


A mi, me acompaña tu esperpento,
tu alocada forma de urdir tu despedida.
Creo poder sentir, si te veo, tu lamento.
¡Te deseo libre! Y no, saberte malherida.


Son las luces que te subyugan, ¿serán tormento?
Porque vas tras ellas, provocan tus ansiosos aleteos.
Moradora de mi habitación te has hecho, veo tu miedo.


Y el abrir mis ventanas, ¿causarían tu contento?
Cubres cada arista, cada esquina sin aplacar tus deseos.
¡Al fin! Una ráfaga de aire, la súplica de un solo credo.


Fabius.-

jueves, 13 de octubre de 2011

Mirando el otoño.



Y si esta hoja que hoy mi mano levanta,
y si ella sola pudiera ser lo que no es.
Has caído. Allí permaneces exhausta
y aún tu color no abriga corazones, ya lo ves.


Ni el color ámbar que a ti se aferra,
ni tu cuerpo aturdido de pisadas.
A veces, no pareces más que tierra.
Hoy, te levanto, te giro entre mis dedos, tú grácil te derramas.


Me he permitido navegarte.
Ver donde empiezas, donde terminas.
Me he permitido acariciarte,
recorrerte toda, palpando con mis dedos tus esquinas.


Eres parte de mi otoño, eres parte.
Me recuerdas tanto. Cosas perennes,
a veces recuerdos que caducan. Ellos vuelan con el aire.
Ese que levanta tu vuelo, y ellos contigo alejarse.


Y cuando de ti quise apartarme un instante,
un rayo de luz traspasó tus gotas durmientes.
Te hiciste más bella, más humana y constante.
Ya pude quedarme contigo. Ya puedo saber lo que sientes.


Y si esta hoja que hoy mi mano levanta,
y si ella sola pudiera saber lo que sí es.
Se sabría colchón de otoño y manta,
                                      regalo de frescor otoñal y candidez.


Fabius.-

jueves, 6 de octubre de 2011

Rostros sin alma.


Ya no veo gente que sonría.
Sólo rostros afligidos, gente sin sueños.

El alma hundida, recuerdos momentáneos,
de algún minuto de felicidad, algún augurio.
Y todo se desvanece cual tormenta,
ésta, la que nos subyuga y aún no cesa.

Espaldas que suplican una tibieza, una aurora,
cicatrices que dibujan un semblante; la miseria,
y manos que rebuscan un centavo y aún pretenden dar limosna.

A veces pienso……..
ahora se terminó el verano
y el frío hará lo propio con hombres y mujeres derrotados.

Fabius.-

domingo, 2 de octubre de 2011