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miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuerpo de hojas de otoño.


Allí, tan pronto caen las hojas. Recojo algunas esponjosas.
Para formar el cuadro de la forma. Forma de tu cuerpo.
Desnudo y de finas hojas.

Mi cuadro, he decidido, tendrá en su centro, tu ombligo.
Luego, caerán tus brazos, gráciles, firmes y ufanos.
Manos abiertas, hacia mi, en vano.

Arriba, más arriba, tu cabeza formará lo imponente.
Será el centro, será el mirador, será de color verde.
Si, aún, hay alguna que merezca esos laureles.

Como ojos pondré dos semillas, de las de los árboles de espinas.
Primero, para protegerles y después para que renazcas,
cada año con el otoño y las mañanas.

Y por lágrimas te regaré yo misma, para hacer que nazcan.
Que tus semillas germinen, se transformen y florezcan.
Para ver en ellos, flores, en vez de semillas secas.

Por pecho te pondré muchas y muchas hojas frescas.
Elegidas con cuidado, con esmero y enteras.
Para cuando me arrulles, colchón por pecho tengas.

En tu vientre, viril, pondré algún racimo que encuentre.
De esos, aún, fluorescentes, de esos, aún, existentes.
De flores muy hermosas. Y que sean perennes.

Tu fondo será verde, del verde de la esmeralda.
Transparente a mi mirada. Para que tu obra terminada.
Me parezca eterna, real y me sienta amada.

Por marco tendrás ramas de laurel, que con esmero recojo.
Mezclándolas con cuidado, en los sitios que yo escojo.
Formando escondrijos y huecos a los gustos de mi antojo.

Y mirando tu obra, veo colchón de hojas, en tonos de marrones,
de semillas y tallos, de ramas de laureles, de cabello de raíces.
Cuerpo de hojas de otoño, formado de varios matices.

Fabius.-

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