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lunes, 14 de marzo de 2011

A María Emilia Volonterio


En un esfuerzo impugnable por combatir la tristeza.
Es que miro al espejo y mirando tanta belleza.
Encuentro en tus finos ojos.
Tu dulzura, también tus quejas.


Si tu cuerpo no cambiase y si fueras como el aire.
Serías el suave viento, el rocío, y del río, su cauce.
Eres bella en tu esencia, en tu misterio, en tu blasón.
Sólo con mirarte y verte, veo en ti,  tanta ilusión


Que con austeridad y valentía esquivas espinas y sangre.
De quienes, asevero y creo, no existe quien te consagre.
Impávida a tanta miseria te creces fuerte y esbelta.
Tu corazón imparable quiere desearse etérea.

               
Y esa, tu belleza más sublime, más impecable y eterna.
Es la que te hace hermosa, valiente, intangible y férrea.
Contágiame de tu valor, tu eternidad en el tiempo.
Tiendo mi mano a tu amor, para brindarme con ello.


Sin caminar en el tiempo y sin pisar la mezquita.
Meditando día a día, sin rosario, vas sin prisa.
Tú le rezas a nadie, sólo a tu valor, si cabe.
Tú regalas amores, ilusiones sin donaire.


Y así, me inspiras al verte, sólo con tu mirar pareces
encontrar respuesta al dolor, un dolor, que no mereces.
Y me obligo a escribirte, a regalarte mi excelsa
creación, música y pasión. Al origen de tu fuerza.


Pura, pura, pura más que pura y fuerte.
Así, sin más, belleza indemne.
De esas incomparables, casi inexistentes.
Pura, gracias al darme, poesía, valor y muerte.


Para renacer en paloma, en duro botón de amapola.
Para renacer al mundo y hacerme una en las olas.
Para revivir la vida, para conquistar el cosmos.
Para ser una contigo, sin saber quienes somos.


Y quisiera seguirte en esta, mis tibias y puras letras.
Dedicándote mil hojas, mil horas y mil poemas.
No necesitas nada, nada más que mis cumplidos.
Tú te sabes toda, de razón te has esculpido.


Y aunque ya no estés conmigo, te escribo como si fueras.
Compañera de relatos, de madrugadas en vela.
Contándonos tantas cosas. ¿Recuerdas que fácil era?
Esta para  ti, mi regalo por aquello que tú eras.
Amiga de las veladas. Amiga, ¡si aún lo fueras!
Fabius.-

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