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sábado, 12 de marzo de 2011

En mi valle.

Allí en mi valle floreces. Allí te despiertas cada mañana.
Allí en las noches de ocasos radiantes.
Tus ojos parecen cristales llenos de lluvia. Trasparentes.
Allí en mi valle adormecido. Allí alcanzas tu nirvana.

Tú eres el valle. Junto conmigo amor latente.
Patente señal de amores frescos. Corazón.
Allí te pretendes paloma, águila o halcón.
Campesino errante, buscador de sueños. Caminante.

Espera así, tendido sobre el río que recorre su hendidura.
Ahí, yace impávido. No tengas prisa por las olas.
Ni el trepidar de las montañas, las aureolas.
Allí en mi valle, comparte conmigo su escultura.

Ese eres tú. Un ciervo esperando la llegada del frío.
Y sumergido en tu ausencia esperas por mi.
Atado al árbol que corteja hierbas en sus plantas en do, re, mi.
Miras al cielo y mirándome sientes que se esfuma el hastío.

Allí, crisantemo de dulce aroma, movido por metas.
De llegar al cielo. Alzas hojas y pétalos al viento.
Rocías, tú, mi selva hasta llegar a su contento.
Estelas de luz brillante de color, dejas en el cielo cual cometas.

Y la lluvia que te embriaga, te sorbes tú su sabia.
Te impregnas de esmeraldas de arco iris. Color que te regala.
Te creces allí, en mi valle. Naturaleza toda te engalana.
Te confundes en su abismo, allí tu mundo cambia.

Valle de sueños disfrazados, valle de esperanza y  milagros.
Ven a mis brazos, a mi cobijo, bajo mis ramas, mi follaje.
Sumérgete en mi mundo, en mi distancia, en mi paisaje.
Resguárdate de tus pesares, de tus propias tempestades, de tus agrios.

Sé uno conmigo, aquí, en mi valle, sintiendo la colmena.
De las abejas sus danzares. Del pájaro que nace y su plumaje.
Del crujir de la hierba cuando duermes. Del sentir de mi paraje.
Confúndete con el canto de sus piares, de su canción amena.

Mira a lo lejos, mira el cielo perderse. Piérdete con mi cielo.
Mira mi valle y siente. Cómplice del tiempo imperturbable.
Protege mi valle, tu valle, con fuerza y admirable.
Y sentirás su amor, su gloria, sus semillas subir en vuelo.

Y mézclate conmigo en un solo y trepidante abrazo.
Rodéame y regálame tu más profunda sencillez.
Sencillo mi valle, sencilla y pura tu honradez.
No pierdas mi rumbo. Guíate por el sonido de mi algarazo.

Mas, no olvides tu pasado, de donde vienes, colmado.
De artilugios, de pesados cargos, de ilusiones y fracasos.
Sométete a mi valle. Aléjate del ruido. Sígueme en mis pasos.
Aférrate a mi valle. Viviente aletargado.

Aquí en mi valle, despréndete de lo absurdo, de lo inútil y lo extraño.
Y planta conmigo alegrías y esperanzas. Porque no, también dardos y lanzas.
Para proteger con ellos mi naturaleza, mi estirpe, tu esperanza.
Piensa que el tiempo, aquí, no pesa. No existe el año ni el daño.


Fabius.

1 comentario:

tovarich dijo...

Me gusta. Me gusta mucho. Me emociona . Me conmueve. Sigue irradiando luz, por favor.No pares. La vida es hermosa pero muy corta. Aprovecha cada segundo para seguir demostrando que un mundo en el que algunos de sus moradores escriben así no puede ser malo. Sigue. Sigue.