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miércoles, 13 de abril de 2011

Mi bonsái de Pyracanta.


Hoy la traje de su invernadero.
Hoy la saque de su morada.
Para brindarle otro asidero.
Otro lugar, en mi balconada.

Al lado de los laureles, y de los limoneros.
Ella, allí, sola bajo el cobijo del Sol, ella me esperaba.
Sólo me fije en su tronco, en él, coloqué mis dedos.
Acariciando su textura, sus líneas. ¡Escultura abandonada!

El entendido me digo se llamaba Pyracanta

Su tronco, denotaba, cierta edad, ciertas experiencias, que lucía orgullosa.
Pero su tamaño era medio, de flores y hojas, plena, grandiosa copa formaba.
Tronco retorcido, tronco vivo y fecundo lleno de flores y hojas, se exhibía fulgorosa.
En maceta sucia y negra, movió sus hojas al verme, feliz de que la llevara.

¡Y me dijo que era ella, la única que quedaba!

Que la había puesto allí, por si alguien la deseaba, por si alguien bondadoso
cuidar de ella, regarle y podarle, deseaba, reí. Te vienes conmigo a mi casa.
Formarás mi pequeño jardín, serás parte del entorno, mis cuidados laboriosos,
harán de ti algo asombroso, algo inigualable que alegrará mi alma y romperá mi coraza.

Hoy la traje de su invernadero.
Hoy la saque de su morada.
Para brindarle otro asidero.
A cambio, sólo, de nada.

Fabius.-

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