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sábado, 4 de junio de 2011

Quiero ser madera.




Quiero ser madera
Madera viviente, de múltiples movimientos.
Ascendente, descendente, hacia los lados.
Para con su cobijo, su naturaleza, abrigar
tu alma a mi lado.

Quiero ser madera.
Expandiendo mis raíces por donde pueda.
Engrosando mí tronco, de belleza, de pureza,
de saber, de más tristeza, para apreciar aquello
que ha surgido de la tierra.

Quiero ser madera.
Por su estilo lento, imperceptible, casi nulo.
Pero firme en el tiempo, dejando en si mismo
una variedad de anillos.
Testigos de un camino puro.

Quiero ser madera.
Para no vivir en la prisa, para ser feliz con la brisa.
Con los pájaros que en mí aniden. Con las hojas,
a veces, todas, a veces volando cual palomas.
Para desgranarme, y aún, ser una sola.

Quiero ser madera.
Que dibuje mi camino mi corteza.
De tales formas, cualesquiera la paciencia.
Que hayan surcos más profundos que los valles.
Que por ellos, dedos, encuentren cobijarse.

Quiero ser madera.
Madera pura, madera inútil, madera dura.
Madera que caliente tu colmena, la tibie.
Madera que acumules en tus bienes,
si con ello, al acariciarme,
sientes placeres.

Quiero ser madera.
De bosques olvidados, de bosques encantados.
De los que recuerda un poeta, del que sucumbe a su encanto.
Del que sirve de aliciente, de inspiración y de llanto.
De aquellos bosques llorosos, que a nadie, importe su canto.

Quiero ser madera.
Nueva, joven, antiquísima de tronco cadente.
Que al mirar el cielo, contemple, el cenit.
Su plenitud, su paso más que profundo.
Su avidez de vivir, su comprensión de morir.
Su virtuoso recuerdo por transcurrir el rumbo.

Quiero ser madera.
Aunque muerta, derruida, mas aún, nunca afligida.
Radiante hasta el mismo instante, del adiós.
Perdurable en el recuerdo del que sintió,
sus brazos, sujetarle jubiloso.

Fabius.-

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