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martes, 7 de junio de 2011

Café de los jubilados.



Café de los jubilados, asilo de sonrisas,
de tranquilidades, de labores y trabajos añorados.
Rincón de sonetos, de poemas, de retratos y proezas.
Allí, me aparto del mundo, me rodea su belleza.

Tiempo pasado, tiempo de café de jubilados.
Café que emana otro aroma, otro sabor en labios agrietados.
Café del tiempo perdido, hoy, café del presente recobrado.
Disfrutado por semejantes reliquias, por gloriosas épocas y encanto.

Tostadas untadas de mermelada de flores.
Dibujan en el trigo tostado, un sin fin de colores,
que degustado, el tiempo cobra otro sabor, otro color;
el de la tranquilidad, el renacimiento, el pasar del tiempo incontrolado.

Charlas copiosas dotadas de lejanía y cercanía.
Tiempo que parece estancado, historias del ayer, refranes de osadía.
El ahora retoma como espiral, como renovado, lo vivido, lo pasado.
Brujos de los años, ancianos que parecen conocer, el hoy, el ahora. Nunca en vano.

Encuentro de paz, del no correr del tiempo, del momento.
Tentempié de disfrute, comensales sin tarjeta, ni esmoquin, ni etiqueta.
Naturales y vivos: “Vivimos lo que nos queda, disfrutamos lo vivido”
Pasajeros del tren de lejanías, abonados a tarifas reducidas de tarjeta.

Café de jubilados, café del mano a mano, abanico de esqueletos.
Confluyen en el tiempo, en el lugar, en el espacio y el contento.
Jardín octogenario de sonrisas jóvenes, manos arrugadas, mentes con ansias.
Canos, calvos, moños de señoras adornadas de colores de arco iris y fragancias.

Efluvios de amores con estancia, amores conseguidos a distancia.
Rezos para aquellos que se han ido, alegrías para los que aún, están servidos.
Marea de abrazos y miradas, de palmadas en la espalda, de caricia.
Cueva sagrada de viajeros de la vida, altar de viejos acometidos.

Me llevo lo que de ellos se desprende, la vida y el recuerdo.
La experiencia más amable, la que no fragua en el tiempo.
Me cobijo tras su café, sus sonrisas, su entretiempo cuerdo.
Café de los jubilados, encuentro de pensamientos, ¡que tiempo!

Carcajadas que contagian generaciones más cercanas.
Boutique de armario antiguo, zapatos de largo arraigo.
Café de los jubilados, esquina de los recuerdos.
Almuerzos acompañados de lloros, sonrisa y cuento.

¿Podrían vivir, aquellos, sin estos consortes del tiempo?
¿Podrían vivir estos, del vivir y pensar de aquellos?
Café de los jubilados, dieron vida a lo nuevo,
dieron vida al ayer, y a su propio baúl de recuerdos.

Fabius.-

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