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domingo, 13 de marzo de 2011

Mis cuatro estaciones

Y para qué soledad, me confundes con tu amiga.
Y para qué, el tiempo me traiciona con su duda.
No es a mi a quien proteges, sino, a mi oscuridad desnuda,
de lamentos a los ojos de quien quiere verme absurda.

A mí consuelo debo las gracias, de tanta ingrata paciencia.
A él debo mis pesares hechos agua de fuente recurrente.
A si debo todo, de repente, a quien consiga lo indemne.
A la gratitud, a lo ufano, lo feliz y lo insolente.

Y al tiempo de las flores, las vincas y las rosas.
Debo mi alegría oportuna. Visita de primavera aventurera,
sin llamar, pero alegre de verla. Colmas mi hogar, mi colmena,
mi espacio, mi suspiro, mi deseo de que vuelvas.

Y al tiempo del invierno, en que te basas en llantos.
En lamentos y peñascos de trozos de valentía
por tu presencia quedo cautiva, del dolor noche y día.
Y sin más remordimientos te llevas tantos lamentos.

Sólo me quedan los restos de los dos momentos mejores.
Entre primavera e invierno, mis soñares y apatías.
Uno de ellos con mis penas y mis fieros, más fieros días.
Otro cálido, complaciente, capaz de brindas colores.

Y, así, el tiempo me pasa entre las cuatro estaciones.
En que pienso en mil millones de ideas y vastos campos.
De temores, ilusiones, fantasías y mis dones, tantos.
Que en mi recuerdo quedan por no sentirse mejores.

Fabius.-

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